Concreto, grúas y ladrillos…
El picadito de fùtbol en la obra: Era el mediodía en la obra de construcción, y el sol pegaba fuerte sobre el terreno polvoriento. La maquinaria se detuvo, y los trabajadores, cubiertos de polvo y sudor, se dirigieron al improvisado patio que había al lado del edificio en construcción. Era su hora de almuerzo, pero más que comer, la mayoría prefería jugar al fútbol para despejarse del agotador trabajo que les esperaba por la tarde. Había vaciado de concreto…la autobomba ya estaba posicionada y las primeras mixer estaban llegando.
El terreno de juego no era más que un pedazo de tierra irregular, lleno de huecos y piedras, pero a ellos no les importaba. El único balón disponible fuè el que el Ingeniero Residente le regalò al maestro de obra, estaba casi nuevo, de cuero brillante; se había usado en un par de ocasiones en ese mismo lugar. Era el momento en que podían olvidarse de las grúas, los andamios y el ruido constante de las herramientas. Solo estaban ellos, el balón y la camaradería que traía el deporte.
Benji, el más alto del grupo, siempre se encargaba de hacer de portero. Sus compañeros lo retaban constantemente por su falta de agilidad, pero él respondía con una sonrisa y una broma. A su lado estaba Oliver, un joven que se había unido a la obra hacía poco, pero ya mostraba una gran habilidad con el balón. Los demás, hombres de distintas edades, corrían de un lado a otro, persiguiendo la pelota en una especie de juego caótico, pero lleno de entusiasmo.
En medio del partido, algo rompió la normalidad de aquel momento. Un grito lejano se escuchó desde el otro lado de la obra. Todos se detuvieron por un instante, mirando hacia el lugar de donde provenía el sonido. Fue entonces cuando notaron que, cerca de un andamio, había un conato de incendio, quizá provocado por una chispa de alguna máquina. El humo comenzaba a elevarse hacia el cielo azul, visible desde todo el sitio.
Oliver, por un momento, consideró seguir el juego y no correr hacia el fuego, pues pensò que era una falsa alarma, UN SIMULACRO.....pero vio la mirada decidida de su compañero Steve, y en ese momento entendiò lo que tenìa que hacer. El joven, sin pensarlo, se lanzó hacia el andamio a ayudar. Los otros, sin dudar, lo siguieron rápidamente.
El fútbol había quedado atrás, y ahora todos se unieron para apagar el fuego, trayendo todos los extintores cercanos, además utilizando otros elementos de emergencia para mitigar la situación. Entre risas nerviosas y gritos de alerta, lograron sofocar el conato de incendio antes de que se propagara por la obra.
Cuando todo estuvo bajo control, los hombres se sentaron en el suelo, agotados pero aliviados. El sol seguía brillando fuerte, pero en ese momento, más que el calor, sentían la satisfacción de haber actuado juntos. Nadie mencionó el fútbol, ni siquiera el balón "Golty2" que había quedado olvidado en el suelo, pero todos sabían que ese pequeño momento de juego había sido, por un instante, el respiro necesario para un trabajo tan duro....luego empezaron a almorzar.
La obra continuó, las grúas volvieron a sonar, las mixer siguieron llegando…comenzó el vaciado de concreto; así la unión de esos hombres, en ese corto lapso, se quedó allí, en el aire, como una pequeña chispa de camaradería en medio del polvo y el sudor, en medio del concreto, las grúas y los ladrillos.
@sergiotohseq.