sábado, 5 de abril de 2025

Cuando el trabajo te quita la vida, deja de llamarlo éxito

La prevención no es un gasto: es una forma de respeto.


En muchos sectores laborales, aún persiste la idea de que trabajar más, arriesgarse más y aguantar en silencio es sinónimo de compromiso, esfuerzo y hasta de éxito. Sin embargo, esta visión ha cobrado vidas. Literalmente.

La seguridad y la salud en el trabajo no son opcionales ni secundarias: son derechos fundamentales. Cuando una empresa o una persona prioriza la productividad por encima del bienestar físico y mental, se pone en juego lo más valioso que tenemos: la vida.


El costo invisible del “rendimiento”

Existen trabajadores que no usan su equipo de protección personal por presión de tiempo o cultura de descuido. Otros que acumulan horas extra sin descanso, que operan maquinaria agotados, que conducen vehículos con fatiga, o que callan síntomas por miedo a ser reemplazados. ¿El resultado? Accidentes, enfermedades profesionales, estrés crónico, y en los peores casos, la muerte.

Detrás de cada incidente laboral hay una historia que pudo prevenirse. Cada vez que un trabajador cae de una altura sin arnés, cada vez que alguien sufre un infarto por exceso de carga mental, cada vez que un operario sufre lesiones irreversibles por falta de capacitación, no estamos hablando de accidentes inevitables: estamos hablando de fallas del sistema.


Cultura de prevención: la verdadera meta

El verdadero éxito en el trabajo se mide en entornos seguros, en jornadas equilibradas, en trabajadores que regresan a casa sanos. Las empresas que invierten en prevención, en pausas activas, en ergonomía, en salud mental y en protocolos de seguridad, no solo cumplen con la ley: cuidan la vida.

Y es que un accidente laboral no solo afecta a quien lo sufre. Impacta a sus familias, a sus compañeros, al clima organizacional y a la reputación de la empresa. La seguridad no es un gasto, es una inversión en dignidad, humanidad y sostenibilidad.


¿Vale la pena seguir llamándolo éxito?

No podemos seguir normalizando la cultura del sacrificio extremo. Ningún cargo, ningún salario, ningún resultado justifica poner en riesgo la salud o la vida. Si el trabajo te quita lo más importante que tienes, entonces deja de ser un triunfo y se convierte en una tragedia.

La vida es primero. El trabajo debe cuidar, no castigar.

@sergiotohseq 

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